jueves, 16 de julio de 2015

Dibujos de Miguel Angel Alvarez en Óvalo R&E

Disponemos de dibujos originales de Miguel A. Alvarez en la tienda Ovalo de la calle Zabaleta de Donosti
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Miguel Ángel Álvarez (Tolosa, 1927), pintor clásico a la hora de enfrentarse al lienzo, pero en sus obras, en las que no había nada superfluo, lograba mostrar la esencia de las cosas. Para él, el hecho artístico de pintar era un momento lleno de circunstancias y sensaciones que trasladadas a las obras, las dotaba de una expresividad individual. Tocaba todas las temáticas, pero siempre han destacado sus desnudos, figuras femeninas en diferentes posturas, retratadas habitualmente sobre fondos lisos y de un color dominante: gris, sepia, sienas y ocres fundamentalmente. El resultado son unas mujeres contenidas y muy elegantes y sensuales. Él afirmaba que «prefiero el desnudo porque es el paisaje con vida, y sobre todo el femenino. Te estimula las líneas y el volumen. Una postura no se parece a la otra. Todo cambia con un pequeño movimiento. Y esto es maravilloso». Intimidad, inquietud, serenidad, sexualidad, figuración, abstracción... son palabras que definían su obra
Miguel Ángel Álvarez pertenecía a la generación de artistas guipuzcoanos formados en los años de postguerra que se forjaron a base de participar en concursos y certámenes de San Sebastián y que viajaron a París para conocer las vanguardias. Carlos Sanz, Rafael Ruiz Balerdi, Julio García Sanz, José María Ortiz, Carlos Añíbarro, Amable Arias, José Antonio Sistiaga, José Luis Zumeta o Eduardo Chillida entre otros fueron en algún momento compañeros de viaje artístico con los que exponía en el Ateneo Guipuzcoano, donde fue premiado en la muestra del cincuentenario, o en las galerías de Aranaz Darrás y Barandiarán. También fue miembro de la Asociación Artística de Gipuzkoa.
El artista comenzó a estudiar dibujo con Guardamino y pintura con Ascensio Martiarena. Fue primer premio de artistas noveles guipuzcoano y el espaldarazo le llegó con el cuadro 'Joven cosiendo', que se presentó en la Bienal Hispanomericana de Arte de 1951 en Madrid.

Una de sus pasiones era viajar a París. Allí, por la mañana pintaba las calles de la capital francesa y por la tarde acudía a la Academia de La Grande Chaumière, donde había estudiado de joven, para seguir dibujando a los modelos.

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